AMOR DE A DOS...
Un hombre que ama a su mujer, debe aprender lo que ella le hace falta, y hacer eso en forma constante. Ella necesita a diario gestos de amor, seguridad, confianza y cariño.
Un hombre que es amable, divertido, buena gente, que la abraza, y le dice al mundo que ella es la dueña de su corazon. Porque el alimento de la mujer es el amor de verdad, que se puede escuchar, ver, sentir, oler y vivir. Eso hace que ella este dispuesta a todo por él.
Una mujer sabia, edifica su casa. Aprende a conocer a su marido, lo que le gusta y lo que no. Le respeta y admira por el ser el hombre de la casa, le da su lugar, se torna una amiga y compañera incondicional, en las buenas y malas. Para su pareja, le gusta estar sexi y atrevida, para provocar en él esa pasión que aleja la rutina de su casa.
Ambos deben reflexionar que el camino para vivir juntos y felices, es dejar el reclamo, la queja, la demanda, el reproche, o la desaprobación a diario, los gritos y las miradas agresivas, porque todo eso no hace feliz a nadie, y deben aprender a ir por el camino del cariño, la generosidad, la aceptación y el perdón. Esta relación sólo es posible, cuando ambos se proponen hacer feliz al amor de su vida, más alla de las penas cotidianas, más allá de los momentos difíciles.
Un hombre que ama a su mujer, debe aprender lo que ella le hace falta, y hacer eso en forma constante. Ella necesita a diario gestos de amor, seguridad, confianza y cariño.
Un hombre que es amable, divertido, buena gente, que la abraza, y le dice al mundo que ella es la dueña de su corazon. Porque el alimento de la mujer es el amor de verdad, que se puede escuchar, ver, sentir, oler y vivir. Eso hace que ella este dispuesta a todo por él.
Una mujer sabia, edifica su casa. Aprende a conocer a su marido, lo que le gusta y lo que no. Le respeta y admira por el ser el hombre de la casa, le da su lugar, se torna una amiga y compañera incondicional, en las buenas y malas. Para su pareja, le gusta estar sexi y atrevida, para provocar en él esa pasión que aleja la rutina de su casa.
Ambos deben reflexionar que el camino para vivir juntos y felices, es dejar el reclamo, la queja, la demanda, el reproche, o la desaprobación a diario, los gritos y las miradas agresivas, porque todo eso no hace feliz a nadie, y deben aprender a ir por el camino del cariño, la generosidad, la aceptación y el perdón. Esta relación sólo es posible, cuando ambos se proponen hacer feliz al amor de su vida, más alla de las penas cotidianas, más allá de los momentos difíciles.
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Un hombre que ama a su mujer, debe aprender lo que ella le hace falta, y hacer eso en forma constante. Ella necesita a diario gestos de amor, seguridad, confianza y cariño.
Un hombre que es amable, divertido, buena gente, que la abraza, y le dice al mundo que ella es la dueña de su corazon. Porque el alimento de la mujer es el amor de verdad, que se puede escuchar, ver, sentir, oler y vivir. Eso hace que ella este dispuesta a todo por él.
Una mujer sabia, edifica su casa. Aprende a conocer a su marido, lo que le gusta y lo que no. Le respeta y admira por el ser el hombre de la casa, le da su lugar, se torna una amiga y compañera incondicional, en las buenas y malas. Para su pareja, le gusta estar sexi y atrevida, para provocar en él esa pasión que aleja la rutina de su casa.
Ambos deben reflexionar que el camino para vivir juntos y felices, es dejar el reclamo, la queja, la demanda, el reproche, o la desaprobación a diario, los gritos y las miradas agresivas, porque todo eso no hace feliz a nadie, y deben aprender a ir por el camino del cariño, la generosidad, la aceptación y el perdón. Esta relación sólo es posible, cuando ambos se proponen hacer feliz al amor de su vida, más alla de las penas cotidianas, más allá de los momentos difíciles.
