Con sabiduría se edifica una casa y con discernimiento se hace firme (Prov. 24:3).
En una ocasión, los hombres de David necesitaron ayuda y le pidieron un poco de comida a un israelita rico llamado Nabal. Se sintieron con la libertad de hacerlo porque habían protegido sus rebaños en el desierto. Pero Nabal era egoísta y no quiso darles nada. Esto enfureció a David, quien se propuso matar a Nabal y a todos los hombres de su casa (1 Sam. 25:3-13, 22). Entonces, intervino la bella esposa de Nabal, Abigaíl. Esta mujer sensata demostró gran valentía, pues fue al encuentro de David, cayó a sus pies y le pidió que no se tomara la justicia por su mano y se hiciera culpable de sangre. Le aconsejó con tacto que dejara el asunto en manos de Jehová. Sus palabras humildes y acciones prudentes conmovieron a David y le hicieron ver que Jehová la había enviado (1 Sam. 25:23-28, 32-34). Abigaíl había cultivado cualidades que la hacían útil a Jehová. De manera parecida, Jehová puede valerse de las cristianas que demuestran tacto y discernimiento para fortalecer a su familia y a la congregación (Tito 2:3-5). w19.10 23 párr. 10
En una ocasión, los hombres de David necesitaron ayuda y le pidieron un poco de comida a un israelita rico llamado Nabal. Se sintieron con la libertad de hacerlo porque habían protegido sus rebaños en el desierto. Pero Nabal era egoísta y no quiso darles nada. Esto enfureció a David, quien se propuso matar a Nabal y a todos los hombres de su casa (1 Sam. 25:3-13, 22). Entonces, intervino la bella esposa de Nabal, Abigaíl. Esta mujer sensata demostró gran valentía, pues fue al encuentro de David, cayó a sus pies y le pidió que no se tomara la justicia por su mano y se hiciera culpable de sangre. Le aconsejó con tacto que dejara el asunto en manos de Jehová. Sus palabras humildes y acciones prudentes conmovieron a David y le hicieron ver que Jehová la había enviado (1 Sam. 25:23-28, 32-34). Abigaíl había cultivado cualidades que la hacían útil a Jehová. De manera parecida, Jehová puede valerse de las cristianas que demuestran tacto y discernimiento para fortalecer a su familia y a la congregación (Tito 2:3-5). w19.10 23 párr. 10
Con sabiduría se edifica una casa y con discernimiento se hace firme (Prov. 24:3).
En una ocasión, los hombres de David necesitaron ayuda y le pidieron un poco de comida a un israelita rico llamado Nabal. Se sintieron con la libertad de hacerlo porque habían protegido sus rebaños en el desierto. Pero Nabal era egoísta y no quiso darles nada. Esto enfureció a David, quien se propuso matar a Nabal y a todos los hombres de su casa (1 Sam. 25:3-13, 22). Entonces, intervino la bella esposa de Nabal, Abigaíl. Esta mujer sensata demostró gran valentía, pues fue al encuentro de David, cayó a sus pies y le pidió que no se tomara la justicia por su mano y se hiciera culpable de sangre. Le aconsejó con tacto que dejara el asunto en manos de Jehová. Sus palabras humildes y acciones prudentes conmovieron a David y le hicieron ver que Jehová la había enviado (1 Sam. 25:23-28, 32-34). Abigaíl había cultivado cualidades que la hacían útil a Jehová. De manera parecida, Jehová puede valerse de las cristianas que demuestran tacto y discernimiento para fortalecer a su familia y a la congregación (Tito 2:3-5). w19.10 23 párr. 10
