Un día puedes fallar… pero no dos
Los seres humanos somos profundamente imperfectos. Si un día no conseguimos avanzar nada, debemos relativizarlo. Todos tenemos un mal día en que la pereza nos paraliza. Pero la regla de oro es la siguiente: puedes fallar un día, pero no dos días consecutivos.
Si el día anterior no lograste sentirte motivado para llevar a cabo las acciones cotidianas que te acercan al objetivo, el segundo día es clave. No te permitas que ese segundo día también te boicotee la pereza o cualquier otra excusa. No puedes perder dos días seguidos porque entonces estarías labrando un precedente mental que justifique tu holgazanería futura.
Los seres humanos somos profundamente imperfectos. Si un día no conseguimos avanzar nada, debemos relativizarlo. Todos tenemos un mal día en que la pereza nos paraliza. Pero la regla de oro es la siguiente: puedes fallar un día, pero no dos días consecutivos.
Si el día anterior no lograste sentirte motivado para llevar a cabo las acciones cotidianas que te acercan al objetivo, el segundo día es clave. No te permitas que ese segundo día también te boicotee la pereza o cualquier otra excusa. No puedes perder dos días seguidos porque entonces estarías labrando un precedente mental que justifique tu holgazanería futura.
Un día puedes fallar… pero no dos
Los seres humanos somos profundamente imperfectos. Si un día no conseguimos avanzar nada, debemos relativizarlo. Todos tenemos un mal día en que la pereza nos paraliza. Pero la regla de oro es la siguiente: puedes fallar un día, pero no dos días consecutivos.
Si el día anterior no lograste sentirte motivado para llevar a cabo las acciones cotidianas que te acercan al objetivo, el segundo día es clave. No te permitas que ese segundo día también te boicotee la pereza o cualquier otra excusa. No puedes perder dos días seguidos porque entonces estarías labrando un precedente mental que justifique tu holgazanería futura.
