CONTINUACION.
Y no sabes cuánta falta me hace ahora su presencia, cuánto no daría por sentir las caricias que con tanto amor me prodigaba, y que rechazaba porque “ya no era un niño”; o cuánto me pesa no haber escuchado todos los consejos que me daba, cuando con torpeza le decía: “Yo sé lo que hago”, y por ello cometí muchos errores.
Ay amigo, si supieras ahora cómo la busco, y ahora es mi mejor amiga.
Cuando sentado en la tierra fría del camposanto, mirando solo su foto en el muro gris, en el que le puse “te amo”, (palabra que nunca escuchó de mis labios), le pido que me perdone por haber sido tan frío, por las veces que le mentí, y por los muchos besos que no le di. Más el silencio me responde y cuando una brisa acaricia mis mejillas, sé que ella me perdona.
Mira con ojos empañados a su amigo y luego le dice: discúlpame este arranque, pero si de algo te sirve mi experiencia, habla con ella hoy que la tienes, valora su presencia resaltando sus virtudes que seguro posee, deja a un lado sus errores, que de una forma u otra forman parte de su ser.
Y no sabes cuánta falta me hace ahora su presencia, cuánto no daría por sentir las caricias que con tanto amor me prodigaba, y que rechazaba porque “ya no era un niño”; o cuánto me pesa no haber escuchado todos los consejos que me daba, cuando con torpeza le decía: “Yo sé lo que hago”, y por ello cometí muchos errores.
Ay amigo, si supieras ahora cómo la busco, y ahora es mi mejor amiga.
Cuando sentado en la tierra fría del camposanto, mirando solo su foto en el muro gris, en el que le puse “te amo”, (palabra que nunca escuchó de mis labios), le pido que me perdone por haber sido tan frío, por las veces que le mentí, y por los muchos besos que no le di. Más el silencio me responde y cuando una brisa acaricia mis mejillas, sé que ella me perdona.
Mira con ojos empañados a su amigo y luego le dice: discúlpame este arranque, pero si de algo te sirve mi experiencia, habla con ella hoy que la tienes, valora su presencia resaltando sus virtudes que seguro posee, deja a un lado sus errores, que de una forma u otra forman parte de su ser.
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Y no sabes cuánta falta me hace ahora su presencia, cuánto no daría por sentir las caricias que con tanto amor me prodigaba, y que rechazaba porque “ya no era un niño”; o cuánto me pesa no haber escuchado todos los consejos que me daba, cuando con torpeza le decía: “Yo sé lo que hago”, y por ello cometí muchos errores.
Ay amigo, si supieras ahora cómo la busco, y ahora es mi mejor amiga.
Cuando sentado en la tierra fría del camposanto, mirando solo su foto en el muro gris, en el que le puse “te amo”, (palabra que nunca escuchó de mis labios), le pido que me perdone por haber sido tan frío, por las veces que le mentí, y por los muchos besos que no le di. Más el silencio me responde y cuando una brisa acaricia mis mejillas, sé que ella me perdona.
Mira con ojos empañados a su amigo y luego le dice: discúlpame este arranque, pero si de algo te sirve mi experiencia, habla con ella hoy que la tienes, valora su presencia resaltando sus virtudes que seguro posee, deja a un lado sus errores, que de una forma u otra forman parte de su ser.

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