Viernes 30 de octubre
¿Qué tengo que hacer para salvarme? (Hech. 16:30).
Fijémonos en que el carcelero de este relato bíblico cambió de actitud y pidió ayuda después del terremoto (Hech. 16:25-34). Del mismo modo, puede que algunas personas que en el pasado no escucharon el mensaje de la Biblia cambien y pidan ayuda después de sufrir una sacudida en su vida. Quizás hayan perdido de repente su empleo, se les diagnostique una enfermedad grave o se les muera un ser querido. Puede que por primera vez se hagan preguntas sobre el sentido de la vida. Quizás hasta pregunten lo mismo que el carcelero: “¿Qué tengo que hacer para salvarme?”. Cuando las encontramos en la predicación, es posible que por primera vez deseen escuchar el mensaje de esperanza que llevamos. Así pues, si seguimos predicando fielmente, podremos dar consuelo a las personas cuando estén dispuestas a aceptarlo (Is. 61:1).
¿Qué tengo que hacer para salvarme? (Hech. 16:30).
Fijémonos en que el carcelero de este relato bíblico cambió de actitud y pidió ayuda después del terremoto (Hech. 16:25-34). Del mismo modo, puede que algunas personas que en el pasado no escucharon el mensaje de la Biblia cambien y pidan ayuda después de sufrir una sacudida en su vida. Quizás hayan perdido de repente su empleo, se les diagnostique una enfermedad grave o se les muera un ser querido. Puede que por primera vez se hagan preguntas sobre el sentido de la vida. Quizás hasta pregunten lo mismo que el carcelero: “¿Qué tengo que hacer para salvarme?”. Cuando las encontramos en la predicación, es posible que por primera vez deseen escuchar el mensaje de esperanza que llevamos. Así pues, si seguimos predicando fielmente, podremos dar consuelo a las personas cuando estén dispuestas a aceptarlo (Is. 61:1).
Viernes 30 de octubre
¿Qué tengo que hacer para salvarme? (Hech. 16:30).
Fijémonos en que el carcelero de este relato bíblico cambió de actitud y pidió ayuda después del terremoto (Hech. 16:25-34). Del mismo modo, puede que algunas personas que en el pasado no escucharon el mensaje de la Biblia cambien y pidan ayuda después de sufrir una sacudida en su vida. Quizás hayan perdido de repente su empleo, se les diagnostique una enfermedad grave o se les muera un ser querido. Puede que por primera vez se hagan preguntas sobre el sentido de la vida. Quizás hasta pregunten lo mismo que el carcelero: “¿Qué tengo que hacer para salvarme?”. Cuando las encontramos en la predicación, es posible que por primera vez deseen escuchar el mensaje de esperanza que llevamos. Así pues, si seguimos predicando fielmente, podremos dar consuelo a las personas cuando estén dispuestas a aceptarlo (Is. 61:1).
