La autoexigencia se va colando poco a poco de manera sutil en diferentes situaciones de nuestra vida y, acabamos como en el ejemplo del inicio del artículo, insultándonos porque se nos ha caído el bolígrafo. El automaltrato se acaba normalizando y tenemos el látigo en la mano todo el día, dejando muy poco lugar para el autocuidado, las caricias emocionales.
La autoexigencia se va colando poco a poco de manera sutil en diferentes situaciones de nuestra vida y, acabamos como en el ejemplo del inicio del artículo, insultándonos porque se nos ha caído el bolígrafo. El automaltrato se acaba normalizando y tenemos el látigo en la mano todo el día, dejando muy poco lugar para el autocuidado, las caricias emocionales.
